QUERIDO niño:
Te pido un deseo; si puedes, lee esta carta sincera como si fuera de un verdadero amigo al que has visto y cuya voz puedes creer. Te deseo con todo mi corazón unas felices Pascuas. ¿Intenta sentir aquel delicioso sueño del primer despertar de una mañana de verano, cuando oías el piar de los pájaros mientras la fresca brisa penetraba por la ventana... Cuando, acostado, entreabrías los ojos, viendo medio dormido las ramas verdes y onduladas, o las gotas de agua traspasadas por la luz dorada? Era una sensación muy cercana a la tristeza, las lágrimas venían a los ojos como cuando contemplábamos un bello cuadro o un poema. ¿No es esto como una Madre bondadosa que borra tus dudas y una voz dulce de Madre que te llama para que te levantes?
Te levantas y olvidas, con el brillo solar, los sueños desagradables que te asustan cuando todo está oscuro... ¿Levantarse y disfrutar de otro feliz día, primeramente arrodillado para agradecer a este Amigo desconocido que te envía el magnífico sol?
¿Son palabras extrañas de un escritor de cuentos como el de «Alicia»? ¿Y es esta una carta rara para que la encuentres en un libro sin sentido? Es posible. Algunos me reprocharán por esta mezcla de cosas serias y alegres; otros quizá sonrían Y piensen que este extraño desea hablar de todas las cosas solemnes, excepto en la Iglesia y en Domingo: pero creo... no. Estoy seguro que algunos niños leerán esta carta amable y gentilmente con el espíritu que la he escrito.
No creo que Dios nos culpe de dividir la vida en dos partes... Tener una carta seria el Domingo, y no practicar lo que creemos en los días laborables. ¿Crees que El cuida sólo de los que se arrodillan y que oye solamente a los que rezan... y que El no sólo ama a las ovejas que se alejan de la luz, sino también gusta oír las voces suplicantes de los niños que ruedan entre el heno? ¿Seguramente sus inocentes risas es dulce sonido para sus oídos, como el más grande de los himnos que ambientan «la opaca luz religiosa» de alguna solemne catedral?
Si yo he querido añadir algo a esto que he escrito para estos inocentes, es para entretener y enmendar lo que los libros estropean a los niños que amo; esto es, ciertamente, algo que espero mirar sin vergüenza ni sombra de miedo (¡como muchas cosas de la vida deben ser recordadas!) cuando regrese al valle de las sombras.
La Pascua se acerca, querido niño; «siente la vida en todo tu cuerpo» y embriágate del fresco aire de la mañana... Y muchos un día de Pascua llegarán y se marcharán; antes de encontrarse débiles y canosos, intentarán tomar el sol una vez más... Pero si esto es bueno, incluso ahora, piensa algunas veces en la maravillosa mañana cuando «El Sol de Justicia» se levante para «cicatrizar las heridas».
Repentinamente, tu tristeza disminuirá por el pensamiento de que un día verás el amanecer luminoso... Cuando surjan las señales, contemplarás algunos árboles encorvados o algunas gotas brillando... Cuando las manos angélicas quiten las dudas y dulces sonidos de un pecho de Madre te despierte a un nuevo y glorioso día... y toda la tristeza y el dolor, de esta vida oscura sobre la pequeña Tierra será olvidado como el sueño de una noche que pasó.
Afectuosamente, tu amigo
LEWIS CARROLL