Cuentos de Maravilla

Tío Conejo Ríe y Ríe


Tío Conejo ríe y ríe

Después de que tío Conejo se burló del León y lo ató a un árbol se sintió más inteligente y mucho más poderoso.

—En este mundo no ay animal que logre aplastarme-se dijo-. Sin temor voy y v^ngo por todas partes.

Tan seguro estaba que vivía sin cuidarse.

Y una tarde de mucho calor se tendió a dormir a la sombra de un árbol. Un ruido extraño lo despertó. Sus ojos miraron alrededor y no vieron criatura alguna.

De una cueva cercana salió Tío Oso con una larga cuerda y, escondiéndose entre los árboles fue acercándose.

Cuando Tío Conejo se dio cuenta tenía la soga al cuello. Y lo que más le dolía era pensar que lo había cogido el animal más bobo del bosque!

Tío Oso arrolló la cuerda en el cuerpo de Tío Conejo, desde el cuello hasta las patas, y lo amarró a una caña.

¡Ya no se sentía tan poderoso el conejito!

Tía Zorra llegó en ese momento y mirando a Tío Conejo le dijo:

—¡Ahora no te escaparás, astuto amigo!

Después, se acercó a Tío Oso y le habló en secreto. Y los dos corrieron con presteza a recoger leña y a encender el fuego.

En seguida Tía Zorra se dirigió a Tío Conejo diciéndole: »

—Mira Tío Conejo ese fuego; te vamos a asar en este mismo momento.

Y Tío Oso riéndose agregó:

-¡Ya estoy saboreando ese rico bocado!

Tío Conejo muerto de miedo miró las llamas chispeantes y tembló tocio su cuerpo y le traquearon los dientes, pero pensó que no podía perder tiempo, que debía hacer algo.

Su mente comenzó a trabajar, a trabajar. De pronto, brilló la idea. Ya no tenía miedo. Abrió la boca y río a carcajadas. ¡Ja-ja ja! ¡Ja-ja-ja!

Tío Oso y Tía Zorra se miraron atónitos.

Tía Zorra dijo a Tío Conejo.

—¿No comprendes? ¡Te vamos a asar en ese fuego!

Tío Conejo seguí- riéndose con más gana.

—¡Creo que tú ncentiendes! – le gritó Tío Oso. Nosotros te vaios a tostar en ese fuego ardiente!

—¡Ya sé que ustdes van a tostarme! ¡Ja ja-ja! ¡ja-ja-ja! – contestó Tío Conejo.

—Pero, ¿por qué ríes? —Perdone Tía Zorra, es que ¡ja-ja-ja! es que encontré El Lugar de la Risa ¡Ja ja-ja!

¡El Lugar de la Risa! ¡El Lugar de ia Risa! ¿Dónde está El Lugar de la Risa?

—¡Oh.’es un lugar secreto que sólo yo conozco. ¡Ja-ja-ja! ¡Ja-ja-ja!

—¡Hum! ¡Un lugar secreto! ¿Dónde está ese lugar? ¡Quiero saberlo ahora mismo! agregó Tío Oso.

—Calma. Tío Oso. Para decirles donde está tengo que ir con ustedes; pero ¿cómo ir si me tienen atado? ¡Ja-ja-ja!

Tía Zorra y Tío Oso hicieron coro a Tío Conejo con sus risas. Su curiosidad iba en aumento. ¿Dónde estará El Lugar de la Risa?

—Tío Conejo – dijo Tía Zorra -, te soltaremos y te llevaremos atado al cuello a que nos muestres El Lugar de la Risa y después volveremos a alistar nuestra deliciosa cena.

Y así lo hicieron. Amarraron una cuerda al cuello de Tío Conejo y se internaron en el bosque.

Tío Conejo caminaba adelante, danzando y saltando y riéndose mucho. Detrás iban Tía Zorra y Tío Oso sosteniendo la cuerda.

Caminando, caminando se encontraron un árbol con un hueco muy grande en el tronco.

Cuando Tío Conejo lo vio comenzó a reír a carcajadas. ¡Ja-ja-ja! ¡Ja-ja-ja! ¡este es el Lugar de la Risa!

—No veo nada que me haga reír, – dijo Tío Oso.

—Ni yo tampoco, agregó Tía Zorra.

—Ya se reirán ustedes. Acerquense, asómense a ese hueco y metan la cabeza; les aseguro que tendrán el rato más divertido de su vida.

Tío Oso y Tía Zorra hicieron lo que les aconsejó Tío Conejo. De pronto, huyeron espantados. Numerosísimas avispas los picaban y perseguían,

En su carrera se olvidaron de Tío Conejo que entonces sí rió de verdad.

Más tarde, Tío Oso y Tía Zorra vieron de pronto a Tío Conejo muy cerca de ellos. Se quedó mirándoles y les dijo:

—¡Hola, mis buenos amigos! ¡Pasaron un rato divertido! ¿el más divertido de su vida? Conocieron muy bien El Lugar de la Risa! ¡Hasta la vista!

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